El tigre es
un animal salvaje y es el félido más grande del mundo capaz de alcanzar los 300
Kg de peso, pero la actividad del ser humano está acabando con su especie,
actualmente quedan entre 3.000 y 4.000 tigres
en estado salvaje en todo el mundo al borde de la extinción, mientras que en cautividad su
número oscila entre 15.000 y 20.000 ejemplares.
Si continúa la caza, el tigre desaparecerá en 15 ó 20 años.
La caza furtiva,
la destrucción de su hábitat natural y
la disminución de sus presas por
el hombre son las principales causas de esta situación.
Según la fundación Save The Tiger, un hueso pulverizado puede llegar a valer unos 65 euros en el mercado negro, mientras que las pieles rayadas se venden en el Tíbet y Rusia por más de 60.000 euros.
Tenemos que luchar contra el tráfico ilegal de especies antes de que sea demasiado tarde.
A principios del siglo XX había 100.000 ejemplares
de tigres en el mundo. Hoy se trata de una población reducida de entre 5.000 y
7.000 ejemplares, según las cifras más optimistas.
El más enigmático
de los felinos, que habita en este planeta desde hace dos millones de años, se
extingue víctima de la caza furtiva, los cambios medioambientales y la
fragmentación de la población.
Los enemigos del tigre son muchos y poderosos. Aunque es ilegal
matar a un tigre, la caza clandestina sigue cobrando la vida de cientos de
ejemplares cada año.
El Centro de Información sobre el Tigre estima que en India, donde
habita la mayor parte de la población de este felino, cada día muere un tigre a
manos de cazadores furtivos.
Sus cuerpos son desmembrados y huesos, bigotes y colmillos son
vendidos en el mercado negro por altas sumas de dinero.
Muchos de los cuerpos se destinan a crear preparados de la
medicina tradicional china, para la que el tigre tiene poderes de curación
especiales.
Medio hostil
Otro de los problemas para la supervivencia del gran felino es el
deterioro del habitat natural en el que ha vivido durante siglos.
En Asia, debido a la deforestación, los tigres no encuentran el
espacio que necesitan para vivir, cazar y procrear. Como consecuencia de ello,
muchas veces atacan las granjas cercanas, acabando con el sustento de quienes
viven en ellas, y a veces con las personas mismas.
Políticas de
protección
En 1998, el
presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó un acta internacional para
ilegalizar la venta de productos extraídos del tigre y del rinoceronte.
Sin embargo, varias
organizaciones no gubernamentales han denunciado la habitual venta de restos de
animales en tiendas especializadas en Estados Unidos y Europa.
Según Stuart
Chapman, del Fondo Mundial para la Naturaleza, "todos los gobiernos dicen
lo que deben, pero casi nunca lo hacen".
Por su parte, las
multinacionales mantienen por un lado fondos de protección para especies en
extinción y por otro continúan edificando y explorando en áreas de gran
importancia ecológica.
Organismos como la
Patrulla Global por el Tigre asesoran a los gobiernos sobre cómo proteger a sus
especies y como implementar la legislación internacional en defensa del tigre.
Según los expertos,
del éxito de estas políticas depende que tanto los países que albergan a los
felinos como los que consumen los productos vendidos en el mecado negro, tomen
conciencia de la gravedad de la situación.
De las ocho
especies de tigres que un día poblaron la tierra, tres están ya extintas: el
tigre de Bali, el tigre del Caspio y el tigre de Java.
El mítico tigre de
Bengala, el más grande de los felinos, ha quedado reducido a poco más de 3.000
ejemplares.
Y el renombrado
tigre de Sumatra cuenta con tan sólo 400 ejemplares vivos en su hábitat
natural.
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